EFE.- En su octavo informe temático "Biodiversidad en España. Base de la Sostenibilidad ante el cambio global", presentado hoy, la OSE analiza el estado y las tendencias de la biodiversidad en España.

De acuerdo con el informe, el aumento de las zonas artificiales constituye el cambio de uso del suelo más significativo ocurrido en España entre 1987 y 2006, y el cambio climático es una amenaza para la biodiversidad que irá cobrando mayor importancia en el futuro, tanto en la península como en los archipiélagos.

Así, señala concretamente que los espacios naturales protegidos situados al norte y noroeste de la península tienden a mostrar disminuciones en las precipitaciones y aumentos en las temperaturas, mientras que los protegidos del resto de la península presentan valores de precipitación y temperatura similares a los del norte de África.

Como consecuencia de todo ello, advierte además la OSE de que la intensidad, duración y tamaño de los incendios aumentarán, particularmente en el cuadrante suroccidental.

A esta evolución se suma el riesgo de desertificación de un 37 % de la superficie de España y una doble tendencia del territorio: "mediterranización de la zona norte y aridización de la zona sur".

Asimismo señalan que el cambio climático provocará una disminución del área de distribución de muchas especies forestales y una menor diversidad de especies.

Para frenar esta tendencia defiende una integración ambiental efectiva del sector agrario, que implique tanto una mejora de la competitividad como de la situación ambiental a través de buenas prácticas, porque afirma que gran parte de la biodiversidad de España está vinculada al medio agrario, sobre todo a los sistemas extensivos.

El informe apunta asimismo al hecho de que la sobreexplotación del recurso hídrico y la contaminación son las principales acciones antrópicas que afectan a la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos continentales y añade que la sobrepesca está modificando la estructura y funciones de los ecosistemas marinos.

Las estimaciones para el Cantábrico indican una reducción del nivel trófico en esta zona. Por otro lado, la aparición de especies de peces y otros grupos taxonómicos con afinidades subtropicales es cada vez más frecuente, apreciándose su expansión hacia el norte.

La pérdida de condiciones climáticas favorables a las especies se producirá principalmente en el sistema Central, Sierra Morena y Picos de Europa, así como las serranías de Cádiz, y las áreas comprendidas entre los límites de las provincias del País Vasco y Navarra, sur de Galicia y norte de Zamora.

Por todo ello, el informe recomienda mantener la coherencia ecológica y que la conectividad del territorio sea una prioridad.

Serán necesarias al menos 23 áreas protegidas adicionales para representar adecuadamente a los vertebrados terrestres y a las plantas vasculares, mientras que alrededor de 70 nuevas reservas (muchas de ellas micro-reservas) se requieren para los invertebrados en peligro de extinción.

Finalmente, concluye que la biodiversidad desempeña importantes funciones económicas que deben ser reconocidas en las políticas públicas, incluso desde un punto de vista estratégico como elemento dinamizador para la salida de la crisis y la orientación a un modelo productivo sostenible.

En el informe se recogen datos del estudio La Economía de los Ecosistemas y de la Biodiversidad (TEEB, por sus siglas en inglés), según el cual la pérdida anual de servicios ecosistémicos equivale a 50.000 millones de euros y en 2050 las pérdidas acumuladas de bienestar supondrán el 7 % del PIB.

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