Además se da la circunstancia de que se ha convertifdo en un conflicto en el que la existencia de unos representantes sindicales en la fábrica extraordinariamente sesgados fuerzan la huelga como una forma de ser. “Nadie ha podido hacer nada, nadie ha podido convencerlos y lo más grave, han incumplido todas las directrices marcadas por los responsables de acción sindical de Comisiones Obreras”, aseguran con indisimulada incomodidad fuentes del sindicato. “De hecho hemos abierto expedientes para expulsarlos, según recoge Fernando san Sánchez de Rojas en cincodias.com.

    Por su parte, la empresa ha demandado al comité de empresa “por organizar y mantener una huelga ilegal” y está a la espera de que los tribunales se pronuncien para adoptar las medidas oportunas, que no son otra que despido fulminante del comité de huelga y exigencia de daños y perjuicios a nivel personal. “Puede ser una pasta, aseguran en la empresa, pero parece que nada les importa, nada les atemoriza”.

Un futuro incierto para la planta pase lo que pase en los tribunales

   “Todo lo contrario que a nosotros”, explican las fuentes de Panrico consultadas. “Es difícil hacer planes de futuro para la planta y no caer en la cuenta de que con una plantilla tan salvajemente ideologizada, tan violenta, tan descerebrada, nadie nos va a garantizar que a alguno se le ocurra sabotear la producción y envenenar algunos de nuestros productos. No podemos permitirnos tener esa brecha de seguridad abierta. A pleno rendimiento Santa Perpetua es capaz de producir tres millones de unidades diarias de producto. Y sin el pleno convencimiento y garantía de que toda la plantilla, tiene la moderación como primera norma de conducta, desgraciadamente no podremos fiarnos solo de nuestros controles de calidad exhaustivos pero necesariamente aleatorios. No podemos correr el riesgo de que un Donuts envenenado cause una desgracia”.

   Por eso la solución es tan difícil de encontrar. Para la empresa solo pasa ya porque los elementos más violentos del conflicto, entre ellos el comité de empresa, desaparezcan de la ecuación. “No hay más alternativa y por eso confiamos plenamente en que los tribunales nos den la razón y declaren la huelga ilegal”. Si no es así, todas las demás opciones están abiertas, entre ellas “sin duda el cierre de la fábrica, venderla y abastecer el mercado catalán (hoy por hoy el 18% de los ingresos de Panrico) desde otras plantas.

   Y mientras tanto y hasta que la empresa recupere el control y la propiedad de un activo tan importante como su fábrica, ha tomado la decisión de alquilar unas naves en el Puerto de Barcelona para desde allí distribuir su producto. “El puerto lo vigila la Guardia Civil y no los Mossos de Escuadra, y eso nos da la seguridad primero de que nadie controla los camiones que de aquí salen cargados de producto para distribuir y sobre todo que nadie puede bloquear nuestra actividad”.

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