En la entrevista, realizada por Irene Gómez, el secretario general de COAG analiza distintas cuestiones de la actualidad agraria y ganadera, en la que destaca la relación y divergencias entre su organización con el Magrama y su titular, Isabel García Tejerina. En este sentido, recalca que ella "tiene un planteamiento neoliberal que no tiene que ver con el nuestro. Nosotros decimos que las ayudas de la PAC hoy son imprescindibles para sostener la agricultura, por desgracia; pero son una engañifa porque a cambio de unas ayudas solo parcialmente compensatorias se están liberalizando los mercados, desregulando, poniéndonos a los pies de los caballos de la especulación. Desmantelan toda la estructura de protección de un modelo europeo que es relativamente social con 14 millones de agricultores y ganaderos en la Unión Europea frente a 2,2 millones en Estados Unidos. El diferencial es enorme".

      Otra cuestión analizada ha sido la de la incoporación de los jóvenes, algo que ve con preocuación. Así, destaca que "si recuperamos unas 70 bajas anuales estamos hablando de apenas el 40-50%. De 2007 a 2014 ha habido 1.460 bajas en la Seguridad Social agraria e incorporaciones de jóvenes 500, hablamos del 33% de cobertura. En esta dinámica no va a ser suficiente incorporar a 500 jóvenes para sustituir a una población tan envejecida. La pirámide está invertida y está abocada a que se hunda si no se ponen grandes remedios. Es necesaria una inversión potente en la incorporación de gente al sector, en innovación agraria y agroalimentaria, y por supuesto en potenciar los mercados. Todo sobre la base de un modelo social de agricultura".

Sin apoyo a Podemos, pero respaldando la necesidad de un "revulsivo"

      En la entrevista, ha salido a la luz el papel que podría jugar Podemos en el futuro político de España y el espaldo o no que podría darle el propio secreatario genral o la COAG a esta formación. Así, afirma que "como organización no nos definimos desde el punto de vista partidista pero sí aspiramos a un cambio hacia políticas sociales en las que el centro de gravedad sea el ciudadano, no los intereses mercantilistas. Lo ideal es que ese cambio viniera de la mano de las distintas opciones políticas, que se produjera un revulsivo".

      En este sentido, no oculta que "cuando se piensa que la indignación es urbana no es cierto, en el campo es más callada pero igual de real. La gente del campo tiene más aguante, es capaz de soportar más lo que le pasa pero hay una indignación y una exigencia creciente de nuevas políticas que tiendan más a lo social y que corten el paso a la gran especulación y a la gran corrupción propiciada por las políticas económicas. Porque ese despilfarro y esa corrupción han limitado los recursos para respaldar a sectores verdaderamente productivos".

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