EFE.- El Solitario Jorge murió el pasado 24 junio por causas naturales tras más de un siglo de vida sin que los científicos lograran que tuviera descendencia en cautiverio con hembras de especies similares.

Ese parecía el fin de la especie de tortugas gigantes Chelonoidis abingdonii, que vivió en la isla Pinta, pero la Dirección del Parque reveló hoy que nueve hembras, tres machos y cinco jóvenes que habitan en el volcán Wolf, en la Isla Isabela, comparten su ascendencia.

Los científicos consideran que es posible que existan más especímenes híbridos e incluso individuos puros de la especie del Solitario Jorge.

"El descubrimiento marca el primer paso hacia la recuperación de la especie Chelonidis abingdonii, mediante un programa de reproducción y crianza en cautiverio, opción que es evaluada", explicó la Dirección del Parque.

Con ese programa, sus expertos creen poder restablecer "el linaje" de las desaparecidas compañeras del Solitario Jorge y la "integridad ecológica" de la isla Pinta.

Los científicos especulan que la llegada de tortugas de esa isla a las laderas del volcán Wolf pudo ocurrir a principios del siglo XIX.

En esa época, los marineros de los barcos balleneros recogían quelonios en varias partes del archipiélago para su alimentación, pero arrojaban algunos vivos por la borda cuando ya no los necesitaban.

Así, algún espécimen de Pinta pudo sobrevivir y establecerse en Isabela.

El estudio fue realizado por la Dirección del Parque Nacional Galápagos y la Universidad estadounidense de Yale, y será publicado en la revista Biological Conservation.

Sus resultados son fruto de la comparación de más de 1.600 muestras de ADN recogidas en 2008 en el volcán Wolf con los genes del Solitario Jorge y de especímenes de tortugas de su especie conservados en un museo.

Sus responsables planean ahora una serie de expediciones al lugar para capturar a los 17 individuos cuyas células tienen genes de Pinta y buscar otros híbridos y posibles ejemplares puros.

El Solitario Jorge era un símbolo de las Islas Galápagos y de los esfuerzos por conservar su gran biodiversidad.

Situado a unos mil kilómetros al oeste de las costas continentales de Ecuador, el archipiélago cuenta con un alto número de especies endémicas, que se desarrollaron en relativo aislamiento para adaptarse a las condiciones específicas de un pequeño ecosistema, como fue el caso de las tortugas de la isla Pinta.

Estas características inspiraron al científico inglés Charles Darwin a elaborar su teoría sobre la selección natural y la evolución de las especies.

La desaparición de una de ellas causó una pena especial al guardaparques Fausto Llerena, quien cuidó al Solitario Jorge desde 1983.

El 24 junio no fue a recibirlo ni acudió a su llamado, como solía hacer, y lo encontró muerto en su corral del Centro de Reproducción y Crianza de Tortugas en la Isla Santa Cruz.

Durante la autopsia, los expertos del Parque tomaron muestras de tejidos, incluidas las gónadas, para verificar si contenían esperma que pueda ser usado en un eventual tratamiento de inseminación artificial.

Colocaron los órganos en nitrógeno líquido para mantener vivas las células, con la esperanza de emplear la tecnología del ser humano, que tanto impacto ha causado en el planeta, para salvar a una especie que con el estudio de ADN ahora tiene otra posibilidad de sobrevivir.

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