La nueva aplicación de la PAC da posibilidades de hacer política agraria nacional a favor de la estructuración de los sectores productivos, en el ovino totalmente necesario.

   Los cooperativistas y las cooperativas hacemos un mercado más fluido y transparente. Recogemos el ganado todas las semanas sin retranqueos como hacen habitualmente muchos tratantes e intermediarios.

   Los ganaderos que se quedan sin entrar en cooperativas, se quedan en las comarcas con un mercado más libre y menos competitivo vendiendo a veces a carniceros o mataderos próximos.

    ¿Qué ocurriría si no estuviesen las cooperativas como hace 30 años¿ ¿Venderían igual los no asociados? ¿Merecemos un apoyo las cooperativas y sus socios por la labor y regulación que ejercemos?

    Además no tenemos ni utilizamos el arma competitiva, por ilegal, del dinero negro, que favorece a algunos ganaderos y carniceros por módulos que compran así ahorrándose una parte del 10% de IVA.

    Contra estas prácticas la cooperativa y con ella sus socios, es difícil competir. ¿Merecemos algún apoyo por cumplir la legalidad y con ello favorecer la transparencia de mercado frente a la opacidad de estos competidores sin escrúpulos?

    Algunas cooperativas o agrupaciones realizamos planes de mejora  para la productividad y rentabilidad del ganadero que luego copian otros, conseguimos ofertas de precios de productos que la competencia trata de igualar sobre todo a los ganaderos grandes. Esto siempre ocurrió pero con los vientos neoliberales ha ganado terreno entre algunos jóvenes que desconocen el pasado. ¿Tendrían estos los mismos precios sin el espejo de la cooperativa?

    Estamos desarrollando campañas de promoción desde las IGP, denominaciones regionales o marcas de calidad, frenando la caída del consumo, sin que el precio del mercado compense este esfuerzo.

    ¿Continuará esta promoción que beneficia a todos sin un apoyo al ganadero que ha apostado por la calidad diferenciada?

    Sin duda la creación de chiringuitos en busca de ayudas perjudica la imagen y la eficacia de las ayudas. Hay que impedirlos y denunciarlos. Pero que se hayan colado algunos, que no deberían continuar en la nueva definición de Organizaciones de Productores, no puede deslegitimizar la necesaria ayuda a agrupaciones serias y sus socios.

    Las organizaciones agrarias que buscan el progreso del sector deberían apoyar un reparto con discriminaciones positivas frente a “un café para todos” que se ha demostrado ineficaz en múltiples ocasiones. Deberían entender que las cooperativas, como los sindicatos necesitamos apoyo público porque ambos somos necesarios para el interés general.

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