El Pleno del Consejo ha tomado esta decisión por el 86,5% de los votos teniendo en cuenta que el viñedo riojano presenta una excelente situación productiva gracias al buen desarrollo experimentado a lo largo del ciclo vegetativo. En lo que se refiere al rendimiento de transformación uva-vino en las elaboraciones, para esta campaña se ha autorizado un máximo del 70% (70 litros de vino por cada 100 Kg. de uva), manteniéndose en este caso el mismo criterio de años anteriores.

     Por otra parte, en el caso de las variedades tintas, el límite máximo de uva que se podrá entregar en bodega esta campaña en función de la evolución de las condiciones climatológicas se ha fijado en un 5% adicional (325 Kg. hectárea) sobre los rendimientos máximos amparables, aunque el vino elaborado con dicha uva no será amparado por la D.O. y deberá retirarse de las bodegas en el plazo máximo marcado por el Consejo.

     La aprobación por amplio consenso de las medidas de contención de la producción con criterios de calidad responde a la política asumida por el sector como uno de los principales ejes estratégicos del modelo de denominación.

Medidas clave para la trazabilidad

      Las medidas de control aplicadas durante la vendimia por el Consejo Regulador son claves dentro del sistema de trazabilidad de la D.O. Calificada Rioja. Respecto a los rendimientos de producción, que han de contabilizarse de forma separada e independiente para variedades tintas y blancas, superar los máximos autorizados puede conllevar la descalificación del total del rendimiento de la parcela. A fin de prevenir al viticultor para que corrija esa situación, el Consejo Regulador inspecciona los viñedos durante la campaña para detectar las parcelas con producciones excesivas.

    La ‘tarjeta de viticultor’, una tarjeta magnética dotada con un chip de memoria, es un eficaz instrumento para la eficacia de dicho control, pues permite mediante un terminal conectado al Consejo gestionar el proceso de entrega de uva en las bodegas y disponer de una información continua e inmediata de la producción y rendimientos de cada viticultor y de la elaboración de cada bodega.

     La entrada de uva en bodega debe hacerse ante los ‘vigilantes’ del Consejo Regulador -en la pasada vendimia contrató un total de 182 ‘auxiliares de vendimia’, además de 15 técnicos de apoyo a las labores inspectoras del Servicio Habilitado de Veedores-, vigilantes que controlan también la calidad de la uva. En este sentido, la pasada vendimia entró en vigor una nueva elevación de los requisitos exigidos con el objetivo de seguir evolucionando en la mejora cualitativa del vino de Rioja, como es el caso de la graduación alcohólica mínima que han de tener las uvas (“…solamente se pueden dedicar para la elaboración de vinos protegidos las partidas de uva sana con una graduación natural mínima de 10’5 % Vol. para las uvas tintas y de 10 % Vol. para las uvas blancas”). Son exigencias que se suman a las de intensidad colorante mínima, índice de polifenoles, etc., que deben superar los vinos elaborados para ser amparados.

      Las bodegas que elaboran vino tienen que comunicarlo al Consejo con antelación, indicando la fecha de inicio de recogida de uvas, así como los puntos o lugares donde ésta se efectúe e incluso el horario de recepción, ya que toda la uva debe pesarse en presencia del vigilante del Consejo. Una vez finalizada la vendimia, las firmas comerciales elaboradoras remiten al Consejo la relación nominal de los vendedores de uva y datos de cosecha. Por último cabe reseñar que los veedores del Consejo controlan los traslados de uvas y vigilan las zonas limítrofes de la Denominación, ya que no está permitido introducir en las bodegas de Rioja uvas de viñedos no inscritos en la Denominación.

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