Ha recordado que, actualmente, en la composición de las ventas de Rioja, los vinos blancos representan "algo menos" del 5 % de la comercialización total de la DOCa, frente al protagonismo de los vinos tintos, que suponen el 92%.   

     También ha informado de que, en el contexto nacional, el segmento de los blancos sigue creciendo de manera paulatina y representa el 25% del mercado, que en el exterior se sitúa en una media de un 35%.

Una oportunidad de negocio y un canal al alza


    Estas cifras, ha reflexionado Lapuente, lanzan un mensaje de que los vinos blancos son una oportunidad de negocio y un canal al alza, que esta denominación de origen, que comparten La Rioja, País Vasco y Navarra con 63.593 hectáreas protegidas, "no se está aprovechando".

     Conscientes de las posibilidades de negocio que podían ofrecer los vinos blancos, varias bodegas de Rioja ampliaron hace años sus intereses en otras denominaciones de origen, como Rueda o Rías Baixas, donde elaboran vinos autorizados en estas regiones, cuyas variedades autóctonas han calado con éxito en el gusto de los consumidores.

    Otras bodegas, de manera "pionera", también han comenzado a desarrollar acciones de promoción dentro de Rioja con sus blancos.

     Sin embargo, el director general del Consejo Regulador ha aclarado que, desde el punto de vista institucional, Rioja no cuenta con un volumen de variedades blancas complementarias tan potente como para plantearse una estrategia de promoción, algo que calcula que podrá lograrse en el plazo de tres o cuatro años, cuando entren en producción las nuevas plantaciones autorizadas.

Se han tomado decisiones con "exceiva lentitud"


    Ha recordado que en 2007 el Consejo Regulador de Rioja decidió por unanimidad incorporar a la denominación las variedades de uva blanca Chardonnay, Sauvignon blanc y Verdejo, que ya están en producción, aunque a un ritmo "ralentizado"; así como de las autóctonas Maturana blanca, Tempranillo blanco y Turruntés.

    El objetivo de aquella decisión, ha explicado, fue mejorar la competitividad de los vinos blancos de Rioja, recuperar las raíces del patrimonio vitícola riojano, pero también buscar una mayor complejidad en los vinos, manteniendo su identidad.

    Ha asegurado que, en este tiempo, "se han tomado decisiones en Rioja posiblemente con lentitud respecto a lo que debiera haber sido una rápida reacción que buscara aprovechar el comportamiento positivo de los vinos blancos" y se ha producido una ralentización en la plantación de estas nuevas variedades.

    Aun así ha recalcado que "más vale tarde que nunca" y ha incidido en la necesaria apuesta de Rioja por esta oportunidad, que cree que sería "una complementariedad ideal" para sus tintos y "una posibilidad para tener éxito en el mercado".

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