Los datos en Francia son más que preocupantes. Ya son más de 700 los agricultores franceses que se han suicidado el pasado año. Dos agricultores o ganaderos galos cada día. Y no parece que la tendencia vaya a cambiar, a pesar de que se están tomando medidas o las denuncias de las propias organizaciones agrarias francesas para sensibilizar al sector y a las propias administraciones.

Las primeras conclusiones señalan que la falta de rentabilidad de sus explotaciones, tan afectadas o más que las españolas por la crisis de precios en origen y en los mercados, y la imposibilidad de afrontar sus deudas son las principales causas que llevan a estos agricultores franceses a tomar tan drástica decisión, con el agravante de que buena parte de la responsabilidad de esta falta de liquidez proviene del propio Estado francés con sus retrasos, en muchos casos de más de un año, de las ayudas prometidas o de los pagos de la PAC.

Sin embargo, mirando objetivamente estas causas, se podrían aplicar perfectamente a España, pero, afortunadamente, aquí no se opta por esta vía. ¿Por qué no se suicidan los agricultores españoles?. La clave puede estar en dos factores. Por un lado, las estadísticas. En Francia se analizan los datos de estas muertes hasta por sectores. En España, las últimas cifras oficiales son de 2014 y se habla de 3.900 personas fallecidas por suicidio, pero sin especificar ni las causas ni los sectores de la población afectados, salvo que las muertes se dan más en los hombres que en las mujeres.

Pero hay otra dato importante. Pese a la fama que se nos quiera poner, mucha de ella procedente de la propia Francia, aquí no sólo se ama la vida, sino que sabemos reciclarnos y afrontar con más entereza las adversidades. Aquí no se tira la toalla tan fácilmente, se sigue luchando. Y esa puede ser, quizás, la clave más importante. Si algo nos falla, sufrimos pero nos levantamos y seguimos trabajando. Esa es la gran diferencia.

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