EFE.- Así lo han asegurado fuentes de la Universitat de València, que han informado en un comunicado de este logro, publicado en la revista Nature, que ha sido liderado por Stefan Jansson, del Umeå Plant Science Centro de Suecia, y en el que han participado investigadores valencianos.

Según las fuentes, el grupo de las coníferas (abetos, cedros, cipreses o pinos) ha dominado los bosques de las regiones templadas durante más de 200 millones de años y actualmente son uno de los grupos vegetales de más importancia ecológica y económica.

Los análisis ponen de manifiesto que el número de genes presentes en Picea abies (28.354), y por extensión en los árboles primitivos de las gimnospermas, es muy parecido al de Arabidopsis thaliana, angiosperma (planta con flor) modelo en la búsqueda vegetal, que presenta un genoma 100 veces más pequeño.

Este y otros resultados de la investigación hacen del genoma de la Picea abies una herramienta muy válida para la investigación, que abre puertas a nuevos retos en el estudio evolutivo de las estructuras vegetativas y reproductivas responsables de la gran explosión de diversidad de las angiospermas en el Cretácico.

Los datos obtenidos indican que las coníferas tienen una baja densidad de genes y que el gran tamaño del genoma que presentan las coníferas (y muchas gimnospermas en general) no se debe a una reciente duplicación de todo su genoma.

En cambio, los grandes genomas de gimnospermas parece que se han originado por una lenta y progresiva acumulación de elementos móviles (LTR-transposones) probablemente como consecuencia de la carencia de un mecanismo eficiente de su eliminación del genoma.

La comparación del genoma de Picea abies con los genomas de un pino (Pinus sylvestris), un abeto (Abies sibirica), el enebro (Juniperus communis), el tejo (Taxus baccata) y una gnetacia (Gnetum gnemon) ha revelado que la diversidad de los elementos móviles es compartida entre todas las gimnospermas actuales.

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