Furioso, decepcionado, vapuleado, sólo (aunque acompañado por todos los agricultores de base que riegan del trasvase y saben lo que hay que pagar por un m3 de agua). Éstas son sólo algunas de las sensaciones que estoy teniendo en estos días, tras la aprobación de una propuesta del Plan de Cuenca del Tajo, que supone una derrota sin paliativos para la provincia de Alicante, Almería y Murcia y la eliminación de las reglas de explotación del Trasvase.

    Ya manifesté hace un par de semanas, mi inquietud y preocupación ante unas negociaciones que se estaban llevando con un doloso sigilo y falta de transparencia que nada bueno iba a traer. En efecto y como decimos en la huerta, finalmente nos han metido “las 2 patas por el mismo camal”.

    Seamos capaces de ver la realidad, sin vaselina, ni medias tintas. La todopoderosa señora de Cospedal ha conseguido un buen acuerdo para su región y por ello, sus diputados autonómicos han definido la aprobación de la propuesta como un “rotundo éxito sin precedentes” porque, por ejemplo, permitirá que Toledo tenga garantizado su caudal. Dicen que podrán implantar negocios agroalimentarios en la zona. Ahora, más de 110.000 empleos directos dependen de los aportes del Trasvase. ¿Han pensado qué va a pasar con ellos? 

    Aunque duela, debemos reconocer que la Comunidad Valenciana (y Murcia) atraviesa el momento de mayor fragilidad de los últimos años, quiebra monetaria y dependencia económica del Estado. Ésta es la coyuntura que la avispada Cospedal ha sabido aprovechar como una oportunidad idónea para desterrar el Tajo-Segura y estas son las circunstancias que, a mi juicio, marcan el acuerdo que nos han presentado. Desde ASAJA Alicante, lo tenemos muy claro. Zapatero pasó a la historia como el hombre que se cargó el trasvase del Ebro, y a la señora Cospedal la recordaremos por atascar el Tajo-Segura con la connivencia de Mariano Rajoy.

    No entiendo muy bien las reacciones que están teniendo otros compañeros que han defendido a ultranza el Tajo-Segura y que pusieron el grito en el cielo por modificaciones menores que a la que ahora nos enfrentamos. Se muestran tímidos ante el atentado que supone casi duplicar la reserva, que además se ha fijado atendiendo a criterios políticos (no técnicos). A cambio, ponen en marcha un sistema de liberalización de cesiones de derechos, lo que para el común de mortales se traduce en legitimizar las negociaciones privadas con el agua, lo que terminará repercutiendo en un mayor encarecimiento de su precio y un negocio para quienes gestionan los recursos. No voy a dar lecciones a nadie, pero sí diré que la coherencia da credibilidad y que muchos con los que sujeté pancartas para defender los derechos hídricos de Alicante, hoy me están decepcionando.

    En los próximos días se va a convocar la Comisión Provincial del Agua. Preveo que será una de las reuniones más difíciles que he tenido nunca y mira que llevo a mis espaldas. Me indignará ver como quienes se “han matado” por defender este Trasvase, se dedican ahora a decir lo que todo el mundo pone en entredicho: que el acuerdo es bueno para Alicante.

    El pasado jueves 21 me entrevisté con el vicepresidente del Consell José Císcar y me confesó que el documento es un punto de partida. Ahora se abre un periodo amplio para negociar. En él ponemos todas nuestras esperanzas. Sé que está dispuesto a mover cielo, tierra y mar para que puedan mantenerse los niveles de agua trasvasados. Tiene capacidad suficiente, esfuerzo y compromiso de sobra para restablecer en parte la situación, pero debe acabar con la amenaza que supone que en el mejor de los casos, los aportes se reduzcan entre 40 o 50 hectómetros cúbicos al año.

    Por todo ello, la única solución que nos queda es conseguir COMPENSACIONES. ¿Qué tipo de compensaciones? Ya le dijimos a nuestro conseller que no es suficiente con aprobar el automatismo de desembalses a partir de 400 hm3, ni con la eliminación de la cláusula Narbona, el control de los desembalses del Tajo, bancos de agua etc… La única compensación para esta situación tan dañina y perjudicial es que Alicante tenga el agua que necesita y se merece y, para ello, hay que favorecer la interconexión de cuencas. Hay agua suficiente en España y sólo la suma de otros trasvases (Ebro, Júcar) va a permitir la continuidad y desarrollo de la agricultura en Alicante. Hoy, la única verdad es que no vamos a aceptar la reducción de caudales porque si lo hacemos, no habremos hecho nada a favor de los regantes. En juego está el futuro de nuestros hijos y nuestras tierras. Aceptar una reducción de los aportes no es una negociación, es un hurto.

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