Francesc Boronat i Sans / Presidente de JARC-COAG

La imagen de tractores saliendo a la calle para reivindicar mejoras por el campesinado no es nueva. Históricamente, hemos tenido que manifestarnos por diferentes motivos relacionados con nuestra actividad económica, pero esta vez lo hemos hecho para defender los derechos fundamentales de nuestro pueblo. Hemos puesto en marcha los motores antes del 1 de octubre y no los hemos podido parar después. No nos podíamos quedar en casa ante la desproporcionada respuesta de un Estado que ha enviado las fuerzas de seguridad a cargar contra personas que sólo querían votar pacíficamente.

Antes del referéndum, como quien percibe la tormenta, la población catalana mostró que somos un pueblo valiente y pacífico que no se deja pisar. Cada municipio, de manera improvisada, se organizó para defender la democracia, para intentar impedir que nos robaran las urnas, las papeletas, y sobre todo, el derecho a opinar. Los labradores de muchos pueblos pusimos los tractores como pantallas para poder ejercer un derecho básico, a pesar de poner en riesgo una maquinaria muy importante por la gente del campo. Tampoco, no dudamos a salir a la carretera después, dejando trabajo para hacer a nuestras explotaciones y priorizando la lucha por la democracia al rendimiento económico de nuestra empresa. La verdad, es que nunca, por ningún motivo de protesta del sector, habían salido tantos tractores a las carreteras- Por lo tanto, pienso que hemos demostrado con creces nuestro compromiso en la defensa de los derechos colectivos.

Los agricultores y los ganaderos somos empresarios arraigados en los pueblos, personas comprometidas con el territorio donde algunos hemos nacido y donde queremos continuar viviendo. Nuestro trabajo es producir alimentos, un oficio por nosotros noble pero duro, que a menudo nos obliga a movilizarnos para salir adelante. Quizás es esto lo que nos hace tener un nivel alto de compromiso colectivo. Nosotros, cuando hay un incendio somos de los primeros al acudir con los tractores y con cisternas de agua para intentar apagar el fuego. A pesar de todo, los labradores a menudo echamos de menos el apoyo del Gobierno y de una parte de la población. Nuestra actividad tiene unos valores sociales, ambientales y territoriales que mucha gente desconoce o ignora. Los labradores contribuimos a la vertebración del territorio, a la economía circular del pueblos, a la cultura, a las tradiciones, a mitigar los efectos del cambio climático, entre otros.

Está claro que, en Cataluña, habrá uno antes y después del 1 de octubre, pero también me gustaría que hubiera un antes y un después en la consideración que una parte del mundo urbano tiene de los labradores y ganaderos. Todos tendríamos que tener claro que, para poder tener soberanía alimentaria hay que tener profesionales de la agricultura que produzcan alimentos. Y si, además, queremos tener todo el resto de valores que comentaba anteriormente, tenemos que tener empresas familiares agrarias, gente arraigada al territorio que se pueda ganar la vida y pueda continuar hecho esta actividad tanto loable. Es un gran riesgo dejar nuestra agricultura en manos de especuladores y cuatro multinacionales, y esto, también lo tendríamos que estar defendiendo todos como pueblo. Conseguirlo, depende de todos nosotros. Cuando vamos a comprar o a un restaurante tenemos que exigir poder disfrutar siempre de los productos de casa nuestra. Hagámoslo juntos, hagámoslo para todos!.

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