"Me mudé a Madrid en el 2001 para hacer un cuatrimestre en la Complutense. Iba a estar allí cuatro meses pero me quedé nueve y me fascinó el país, la cultura, la comida. Cuando llegué me costó un poco acostumbrarme por el choque cultural. Era el típico americano que pensaba que todo lo que venía de USA era lo mejor. No quería saber nada de jamón serrano, de chorizos o de morcillas", explica.

      Después, cuando se trasladó a Barcelona entre 2002 y 2005 fue cambiando de opinión. "La primera vez que probé el gazpacho fue en un restaurante en Barcelona y me gustó. Luego lo vi en el supermercado y compré un brick de Don Simón. Era un gazpacho suave y lo compraba cada dos por tres. Me gustaba mucho, me parecía un ‘snack’ supersano", cuenta.

Comenzó a comercializarlo porque lo echaba  de menos


     Pero llegó el momento de volver a Estados Unidos y aunque sus amigos españoles le llevaban productos al visitarle, nunca podían traer gazpacho porque se estropea fuera del refrigerador. "Empecé a pensar: sería buena idea que alguien lanzara una línea de gazpacho en este país. A mucha gente le gustaría".

     Años después le llegó la crisis vocacional y se acordó de esa nostalgia gastronómica tan peculiar. "De repente, pensé que podría hacerlo yo mismo. Hablé con un amigo que iba a abrir un bar de zumos y ‘smoothies’, me dejó usar la cocina del bar cuando cerraban", explica.

     Y así, en enero de 2013 nació "Tío Gazpacho", con la que estos días ha visitado Nueva York para poder distribuir aquí después del éxito conseguido en Florida, donde reside actualmente, con tres versiones diferentes, para "adaptarse al paladar americano", explica.

     Así, a un gazpacho clásico de lo más conseguido, suma una versión más dulce que llama "gazpacho de sol" (tomate y pimientos amarillos, zanahoria y vinagre de vino de blanco) que "es el que más éxito va a tener, porque gusta a todos, también a los puristas", asegura, y el "gazpacho verde", que se suma la fiebre de la col rizada en Estados Unidos y lleva, además, espinacas, jalapeño, menta y comino.

Es totalmente orgánico y lo vende a 9 dólares la botella


      "Es una marca de alta calidad. No usamos conservantes, colorantes, sí verduras orgánicas, aceites y vinagres de alta calidad y sal marina", explica, y los comercializa en una botella de plástico transparente perfecta para transportar y al precio de 9 dólares.

"Intenté venderlo como sopa en cuencos de plásticos, pero era muy difícil vender algo así, era poco atractivo. Decidí embotellarlo, sin cambiar nada más que el recipiente, y empezó a funcionar", explica.

     Desde entonces, el negocio ha ido mejorando y haciéndose conocido en los mercados orgánicos de Florida y se empieza a pedir ya un "Tío Gazpacho".

     "Quería un nombre que fuera sencillo. ‘Tío’ es una palabra supersencilla. Un nombre en español pero fácil de pronunciar para alguien que no sepa nada de español. En un año y medio solo una persona lo dijo mal y dijo ‘taio’", asegura.

     En 2015, si todo va bien llegará a Nueva York, después de haber pasado por la feria de desarrollo de proyectos empresariales DevNet en la ciudad y la exposición de alimentación "Fancy Food Show".

     A punto de dar el salto a la producción a mayor escala, Allan lo tiene claro. "Tiene mucho futuro porque tiene miles de variedades. Estamos probando uno de sandía y cilantro, otro de ajoblanco que lleva uva, almendra y eneldo y otro de remolacha", explica. "Mi sueño es poder volver a España algún día y vender allí también ‘Tío Gazpacho’", bromea.

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