El método es más sencillo y barato que otros anteriores basados en la captura de topillos mediante trampas, además de ser más idóneo para el seguimiento de estos animales, como se hace necesario en la Comunidad desde que la plaga de entre 2007 y 2008 causara graves daños en cultivos, fauna e incluso repercutiera en la salud humana.

    Además de calcular el número de topillos, mejora el control de sus poblaciones, según Daniel Jareño, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, autor principal del estudio.

    Como medidas alternativas de control, se propone el laboreo en profundidad en ciertas zonas y épocas, que ya se aplicó en Castilla y León para acabar con la última plaga. Igualmente, plantea una mayor frecuencia en la recolección de alfalfa, un cultivo que una vez sembrado puede durar entre cinco e incluso ocho años.

El objetivo es acabar con uno de sus principales refugios


    Por ello, la alfalfa es uno de los principales refugios de este roedor, ya que se mantiene todo el año, mientras que otros como el cereal solo están en pie unos meses.

    Daniel Jañero ha explicado a EFE que incluso, aunque dependiendo de una serie de factores, convendría regar hasta inundar las huras en que viven los topillos, para acabar con las crías y obligar a salir a los adultos, facilitando su captura por los depredadores.

    El trabajo ha analizado otros hábitats además de la alfalfa, como el cereal y los terrenos sin cultivar, o en menor medida maíz, girasol, viñedo y remolacha, pero en ellos el topillo no suele estar tan presente en años normales.

    Otra de las medidas alternativas es la desarrollada por la organización conservacionista GREFA en el suroeste de Valladolid, donde ha instalado entre cultivos cajas-nido para que las ocupen rapaces, con una notable eficacia para controlar la población de topillos.

    Los autores del estudio han compartido experiencias con miembros en GREFA en campos de localidades vallisoletanas como Medina del Campo.

    El estudio recuerda los daños causados en las cosechas por plagas de topillo, además de su incidencia en la propagación de la enfermedad de la tularemia entre personas y el impacto del uso de veneno en otras especies.

    Una eclosión poblacional de esta especie en Castilla y León puede afectar a medio millón de hectáreas, en zonas agrícolas como las analizadas por este estudio en el sureste de Palencia y de Valladolid y en el noroeste de Zamora.

    Otros de los autores del estudio son Juan José Luque-Larena, de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de la Universidad de Valladolid en el Campus de Palencia; Javier Viñuela, Leticia Arroyo y Beatriz Arroyo, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, con sede en Ciudad Real; y Francois Mougeot, de la Estación Experimental de Zonas Áridas, en Almería.

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