Martínez ha expresado el apoyo de su departamento a la innovación, a todas las personas emprendedoras y a las mujeres que, como Purificación González, reúnen estas cualidades junto con el mérito de haber emprendido en solitario una iniciativa como ésta y, además, en plena época de crisis.

    Además, el Ejecutivo ha explicado que desde la ODECA, organismo autónomo adscrito a la Consejería de Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural, a petición de la titular de la empresa, se están estudiando las distintas posibilidades de proteger este producto con un sello de calidad que lo distinga frente al resto.

    Purificación González comenzó esta andadura hace tres años con la firme decisión de que sus productos tuviesen la máxima calidad y de que mantengan, ahora y en el futuro, su propia firma.

    Para ello se abastece de semillas de lechuga ecológicas, y de la más alta gama, procedentes de Holanda, que se siembran en un sustrato sólido.

    Transcurridos de 30 a 40 días se trasplantan a diferentes piscinas donde, colocadas sobre unas bandejas de poliestireno expandido, agujereadas a la densidad adecuada.

    Las lechugas prosperan flotando sobre esa base que soporta el cultivo, nutriéndose del agua enriquecida en el que se encuentran inmersas las raíces.

    El agua de las piscinas es sometida de manera continua a un tratamiento de desinfección con ozono y se enriquece con una solución nutritiva que contiene los componentes necesarios para que la planta crezca de acuerdo con sus necesidades nutricionales.

   Los nutrientes utilizados, al igual que las semillas, son también ecológicos. Dos son las clases de lechugas que se cultivan: una verde, ‘descartes’, y otra de color roble, ‘seurat’. Unas y otras se comercializarán muy pronto en una cadena de supermercados cántabros y, más adelante, en grandes superficies comerciales

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