EFE.- El proyecto, denominado Perseo, surgió entre 2004 y 2005, después de que esta industria metalmecánica afincada en la localidad valenciana de L’Alcudia y con más de 30 años de experiencia, decidiera producir etanol aprovechando la fracción orgánica de los residuos orgánicos.

Según ha explicado a EFE la investigadora de Imecal Caterina Coll, «en ese momento vimos que la fracción orgánica era similar a la que se empezaba a desarrollar entonces como alternativa a la obtención de bioetanol a partir de materias primas, como cereales, caña de azúcar o remolacha, que compiten en el mercado alimentario».

Tras desarrollar el proceso a nivel de laboratorio junto con el Centro de Investigaciones energéticas, medioambientales y tecnológicas (Ciemat), esta empresa construyó una planta de demostración, en la que se confirmó que el proceso era «sostenible y viable».

Coll ha señalado que en este momento se encuentran en la fase de comercialización de este tipo de plantas, incluidas dentro de las biorrefinerías, instalaciones industriales que permiten obtener el máximo provecho de los residuos orgánicos y otras biomasas de forma sostenible.

En la planta de Imecal, además de producirse etanol, se aprovechan los residuos generados para obtener energía térmica que autoabastece el proceso, y eléctrica, que parte se destina al autoconsumo y parte se vende a red, y se depura el agua utilizada para reintroducirla en el proceso, lo que lo convierte en «un ciclo cerrado».

Coll ha señalado que la empresa se dedica a hacer un estudio de la materia prima de cada cliente interesado a nivel de laboratorio, valida el proceso en su planta piloto, y con los resultados, se hace el diseño específico para cada empresa.

El proyecto va destinado fundamentalmente a compañías encargadas de la gestión de las platas de residuos sólidos urbanos, a través de las Administraciones Públicas, y en la actualidad, ha dicho, trabajan en varios proyectos en Valencia y el resto de España, aunque les llegan muchas peticiones de Sudamérica y Estados Unidos.

Coll ha indicado que el bioetanol es un sustituto de la gasolina, amparado por la Unión Europea, que pretende que para 2020 el 10 por ciento de los combustibles fósiles se sustituyan por biocombustibles, como el biodiesel o el bioetanol.

Ha destacado que el bioetanol de primera generación (obtenido a partir de cereales y caña de azúcar) es competitivo, y ahora se trabaja para que también lo sea el de segunda generación (el obtenido a través de procesos como el usado por Imecal) mediante la optimización de estos procesos.

Desde la Comisión Europea se promueve este tipo de iniciativas, y se destinarán 1.000 millones de euros hasta 2020 para que Europa desarrolle conceptos innovadores dentro de su política de avanzar hacia una bioeconomía en 2050 y prepararse para «una fase postpetróleo».

El centro tecnológico Ainia, ubicado en Valencia, forma parte del consorcio europeo de bioindustrias, que actualmente cuenta con 60 empresas y clústeres europeos y centros de investigación, desde el que se impulsarán la mayor parte de los proyectos de Europa sobre biorrefinerías.

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