EFE.- Esta publicación, que ha editado el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), ha sido presentada hoy en la Universidad de Valladolid por unos de sus autores y coordinador, Fernando Molinero, profesor de geografía, quien ha destacado que el estudio es «omnicomprensivo» del territorio español.

Molinero ha explicado que la obra se divide en tres partes diferenciadas, la primera de las cuales se dedica a aspectos teórico-metodológicos y muestra una visión, desde el aire, de las transformaciones del paisaje agrario en el último cuarto de siglo, realizadas por un geógrafo y piloto francés.

La segunda, estudia las clases de paisajes, establecidas en una veintena, que cubren los tres dominios de España: el atlántico, el mediterráneo y el subtropical canario, como un resumen de la vida campesina que «se va modificando constantemente según la demanda del mercado», ha advertido Molinero.

La tercera parte se centra en el estudio de las unidades del paisaje agrario, caracterizadas por autores que las conocen vivencialmente y, por tanto, aportan su percepción personal además del correspondiente estudio objetivo, lo que hace del Atlas «algo más que unas fichas de paisaje, ya que es un testimonio de cómo es la España rural».

El coordinador de esta obra ha aclarado, en primer lugar, que los paisajes agrarios son «el resultado de la explotación económica del potencial ecológico por sociedades o grupos humanos, con un nivel cultural y técnico específico en cada región y momento histórico», de ahí su «constante cambio».

Molinero ha detallado el caso de Castilla y León, «en la que existen los paisajes de las llanuras agrícolas frente a los de las montañas ganaderas y forestales y en los que hay grandes diferencias, como sucede entre las penillanuras del oeste, en Salamanca y Zamora, frente a las campiñas onduladas de Tierra de Campos».

Durante la presentación también se ha incidido en los cambios sufridos por el paisaje agrario «motivado por la disminución del número de explotaciones agrarias, la introducción de máquinas cada vez más numerosas y potentes, así como la expansión de nuevos cultivos, que se adaptan a la demanda del mercado».

«Se han ido perdiendo numerosos elementos tradicionales, las parcelas se hacen más grandes y homogéneas, se abandonan unos cultivos y emergen otros, de carácter energético, como la colza o el trigo forrajero para biodiesel o bioetanol, mientras que las cañadas se han ido borrando hasta desaparecer prácticamente», ha apuntado.

En este sentido, Molinero ha solicitado la «protección y conservación del paisaje con ayudas de la Política Agrícola Común a través de elementos como los caseríos, las cañadas o los palomares, que se están echando a perder a consecuencia de la modernización económica y técnica».

Por su parte, el jefe de la división de estudios y publicaciones del Ministerio, José Abellán, ha indicado que el Atlas «es una obra útil que sirve para poner en valor el patrimonio del medio rural y la identidad de lo local y para aprender a amar nuestro territorio y el sistema agroalimentario y la actividad agraria en España».

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