Los ecologistas han mostrado así su escepticismo ante el ascenso de los niveles freáticos en el acuífero 23, lo que ha permitido que que desde algunos ojos artificiales llegue agua al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel.

Su argumento es que esa recuperación se ha debido a las excepcionales precipitaciones de agua de lluvia registradas en los últimos años y no "a la fallida reducción y control de las extracciones para regadío".

En este sentido, han subrayado que, "ahora más que nunca, es el momento de reducir esas extracciones para aprovechar este agua en épocas de sequía y consolidar la recuperación del acuífero y de las Tablas de Daimiel".

Además, las organizaciones han subrayado que los afloramientos de agua que se han localizado no son en realidad los auténticos Ojos del Guadiana, que siguen secos, sino surgencias aparecidas en zonas de intensa extracción de turba en cota más baja que aquellos.

Los ecologistas han recalcado que los altos niveles de extracción de agua para regadío de los acuíferos se han manteniendo sistemáticamente en estos años, tras un pequeño descenso como consecuencia del plan de compensación de rentas y la disminución del precio de los cereales en los años 90.

Por el contrario, la apuesta del Gobierno de Castilla-La Mancha por el regadío de la viña en espaldera ha supuesto un paulatino ascenso en el consumo de agua por parte de este cultivo.

Así, desde 2004 ha aumentado su superficie, mientras que el maíz y los cultivos forrajeros y hortícolas se mantienen en unos niveles similares año tras año.

En cambio, gracias a las ayudas agrarias, la viña ha pasado de 12.000 hectáreas regadas en el año 2000 a las 90.000 que se regaron en 2012, convirtiéndose en el mayor consumidor de agua del acuífero 23.

A pesar de las medidas agroambientales y del Plan Especial del Alto Guadiana (PEAG), han indicado que desde finales de los 90 se han mantenido extracciones reales entre 290 y 250 hm3 al año, muy lejanas de los propósitos del Plan Anual de Extracciones que sólo autoriza 200.

Esta situación provocó déficit de hasta 3.500 hm3 en 2009, y la grave crisis hídrica que sumió al Parque Nacional de Las Tablas de Daimel "en la más absoluta sequía y lo convirtió en pasto de las llamas".

Así, lejos de poder incrementarse las extracciones, como piden los regantes, los ecologistas sostienen que esta bonanza hídrica debería animar a controlar las extracciones ilegales para, de esta forma, adelantar al menos a 2021 el objetivo de alcanzar el buen estado cuantitativo del acuífero, como exige la Directiva Marco del Agua y que el PEAG preveía inicialmente para 2027.

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