Andrés García Vaquero / Presidente de la Unión de Uniones de Castilla-La Mancha. Ayer nos manifestábamos en Toledo los agricultores afectados por la plaga de conejos que vemos como, año tras año, se llevan las cosechas por delante y atacan y dañan a los cultivos leñosos, con pérdidas importantes para nuestras economías. Las medidas que la Administración pone en marcha se han revelado absolutamente ineficaces porque el problema no va a menos, sino a más. La Consejería de Agricultura declara en estado de emergencia a las zonas más afectadas y autoriza los descastes dentro del margen que le permite la normativa cinegética y le arroja la patata caliente al Gobierno Central (Confederaciones, Fomento y ADIF) por no adoptar medidas en los taludes de vías ferroviarias y autovías y en el dominio público hidráulico. Y a su vez, la administración central dice que esto es competencia de la Comunidad Autónoma.

Los seguros no sirven para atajar unos daños que son reiterados y acaban por no poder ni contratarse.

Nos «aconsejan» que, agricultor por agricultor, nos embarquemos en pleitos largos y caros para los que la inmensa mayoría no tenemos el riñón cubierto y batallemos contra monstruos de la Administración que tienen a su disposición toda su artillería de gabinetes jurídicos.

Y ya, en el colmo del descaro, hemos tenido que leer como algunos políticos nos decían que la plaga de conejos «es mentira».

Y ayer, al final, hartos de tanta ineficacia y tantas largas, los agricultores afectados nos fuimos a manifestarnos delante de las Cortes, delante de los representantes del pueblo, en donde estaba también el Consejero de Agricultura con motivo de varias cuestiones relacionadas con sus funciones y, entre ellas, una moción en relación a la situación de los daños ocasionados a la agricultura por los conejos. Allí estuvimos los de Unión de Uniones de Castilla-La Mancha a apoyar a la Plataforma de Afectados convocante. Lo que pedíamos era poco, pero claro: aprobar la declaración de Plaga de Conejo de monte; derogar la norma que califica el conejo como especie cinegética preferente, presupuesto para tomar las medidas necesarias para acabar con la plaga e indemnizar a los afectados y que todas las administraciones implicadas tomen conciencia del problema y empiecen a trabajar de una vez.

Pero ayer, a los políticos con responsabilidades en este asunto, a quienes les pagamos el sueldo, no les apetecía tener a los agricultores en su puerta a que les dijéramos que no lo están haciendo bien… y nos pusieron lejos… donde no molestásemos. Eso es algo que se está convirtiendo en habitual. Las manifestaciones de la Plataforma de la Agricultura Ecológica, o de los afectados por los planes de gestión de las ZEPAs esteparias, en las que Unión de Uniones también se ha hecho presente, las han arrinconado lejos de las ventanas, lejos de su vista, fuera del alcance de sus oídos, donde nuestras protestas y reivindicaciones no incomoden la vanidad de un Gobierno, de unos responsables políticos, que están encantados de haberse conocido y que apuestan por el «sostenella y no enmendalla».

Y cuando los agricultores dijimos que no… que esta vez sí que nos iban a oír, los políticos medrosos se parapetaron detrás de las fuerzas del orden y un agricultor, Alfonso, de Lillo, resulto herido, afortunadamente parece que no de gravedad (un abrazo Alfonso, recupérate pronto y muchas gracias). Alfonso no se merece que hagamos demagogia con lo que vivió ayer y no lo haremos. Lo que si haremos es seguir pidiendo soluciones por todas las vías posibles a este problema que nos amarga la existencia a miles de agricultores. Y lo haremos también en la calle, también donde están quienes deciden para hacerles evidente nuestro reproche porque no lo están haciendo bien. Eso es una manifestación, señores políticos.

Decir que lo de ayer es un escrache es tener la piel muy fina. Y decir que los agricultores de ayer estábamos políticamente manipulados es, además de un insulto, ignorar el problema en vez de asumirlo y remangarse a trabajar para arreglarlo. Y decir que se está haciendo todo lo que se puede y que, sin embargo, el problema sea cada vez mayor, es reconocer un fracaso… y cuando uno fracasa en política, ya se sabe lo que toca.

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