Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) han advertido de la necesidad de aumentar la precaución en el uso de flores en la gastronomía, especialmente de los pétalos, dada la rápida proliferación en los últimos años para acompañar ensaladas o platos de alta cocina.

Los investigadores, pertenecientes al Centro de Investigación Biomédica, señalan que aunque el consumo popular de flores es muy antiguo, existe una escasa legislación en este ámbito.

no hay un listado específico de flores comestibles y no comestibles

El investigador Lorenzo Rivas ha explicado en un comunicado que la legislación alimentaria en cuanto a las flores comestibles es un tanto ambigua y no dispone de un marco específico a diferencia de otros alimentos como el pan o lo productos lácteos.

En la actualidad, no hay un listado específico de flores comestibles y no comestibles, y más bien se encuadran en el Reglamento (CE) 258/97 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de enero de 1997 sobre nuevos alimentos y nuevos ingredientes alimentarios.

De forma general todos los alimentos que antes de la fecha de la publicación de este reglamento no hayan sido destinados al consumo humano de forma habitual deben ser evaluados por el país competente de la Unión Europea donde se reciba la solicitud de evaluación.

Estos alimentos no deben llevar a equívoco a los consumidores, ni suponer ningún peligro ni implicar desventajas nutricionales, ha advertido Rivas.

También en la legislación alimentaria se hace referencia a los límites máximos de residuos de plaguicidas como se recoge en el Reglamento (CE) 396/2005 y Reglamento (CE) 405/2017.

Por su parte, la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA) señala la cantidad máxima de insecticidas para las flores comestibles.

no todas las flores del jardín o terraza pueden consumirse

No obstante, los alimentos conforme a normativa deben incluir en su etiquetado información acerca del producto, productor y recomendaciones para el consumidor y para llegar al mercado deben pasar una serie de controles sanitarios que hacen que estos sean seguros, ha apuntado el investigador de la UGR.

En la nueva cocina las flores no solo sirven para decorar platos, añadiendo color o aroma, sino que fusiona tradición y vanguardia y cada día son más los que potencian su consumo, conocido como «florifagia».

Las flores se utilizan en gastronomía desde muy antiguo, con referencias bibliográficas en culturas tan dispares como la china, romana, india o árabe.

No obstante, no todas las flores del jardín o terraza pueden consumirse, ni siquiera todas las que se ven en la floristería con colores y olores tan llamativos.

«Muchas de ellas son tóxicas, debido a que contienen alcaloides, resinas, taninos o terpenos; otras tienen contaminantes ambientales o bacterias u hongos», ha advertido.

Además, el déficit de estudios científicos que describan en profundidad la presencia de compuestos con efectos perjudiciales o beneficiosos para la salud sugiere precaución en el consumo indiscriminado de especies de flores.

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