La aplicación de la herramienta EURENERS3 desarrollada y gestionada por la Asociación TEDER de Tierra Estella, ha sido fundamental para el desarrollo de una de las acciones en el marco del proyecto LIFE+ RegaDIOX: el balance de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en los regadíos navarros.

La agricultura puede desempeñar un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático gracias a la capacidad que tienen los cultivos de secuestrar CO2 de la atmósfera e incorporarlo a la materia orgánica del suelo. Con un manejo adecuado del cultivo, el balance neto de emisiones puede ser positivo.

Uno de los objetivos del proyecto LIFE+ RegaDIOX, desarrollado conjuntamente por Fundagro, INTIA y el Grupo de Gestión Sostenible de Suelos de la Universidad Pública de Navarra, es precisamente éste, demostrar la capacidad de mitigación del cambio climático de los distintos cultivos de regadío de la Zona Media y Ribera de Navarra, en función del tipo de manejo empleado.

Norma PAS 2050

Para ello, se ha utilizado la herramienta de cálculo de Huella de Carbono EURENERS3, por su precisión y fiabilidad, gracias a la firma de un acuerdo de colaboración Asociación TEDER, entidad que gestiona la Herramienta EURENERS3. A diferencia de otras herramientas de cálculo, Eureners3 permite calcular todas las emisiones que intervienen en el proceso de producción agrario, tanto las emisiones directas (Alcance 1) como las indirectas, (Alcances 2 y 3). La metodología que emplea, se basa en la norma PAS 2050 basada en el Análisis del Ciclo de Vida de los productos agroalimentarios y su óptimo funcionamiento fue avalado por la Asociación Española de Normalización (AENOR) a través de la obtención del sello “Medioambiente CO2 calculado” para diferentes productos agroalimentarios de todo el territorio nacional.

La versatilidad de la herramienta Eureners, la hace útil para el cálculo de emisiones a nivel de parcela agrícola, como es el caso del proyecto Life+ RegaDIOX, abriendo un amplio abanico de posibilidades de mejora y reducción de emisiones, pero también para demostrar a terceros el compromiso medioambiental de las personas productoras.

En este proyecto, las emisiones se han calculado atendiendo a:

  1. Emisiones de N2O de los suelos gestionados y emisiones de CO2 derivadas de la aplicación de urea. Aquí se tienen en cuenta:
  2. a) las emisiones directas de N2O producidas a partir del aporte de nitrógeno de los fertilizantes sintéticos y orgánicos así como el proveniente de los residuos agrícolas;
  3. b) las emisiones indirectas de N2O por deposición del N volatilizado, lixiviación y escorrentía;
  4. c) las emisiones que se producen como consecuencia de agregar urea a los suelos de manera que se pierde el CO2 que se había fijado en el proceso de producción industrial
  5. Emisiones de las materias primas: son las emisiones derivadas de la fabricación de insumos tales como fertilizantes, fitosanitarios o semillas.
  6. Emisiones del laboreo: están asociadas a las emisiones generadas por el uso de energía (combustible) para la realización de las labores agrícolas.
  7. Emisiones del bombeo: referidas a las emisiones producidas por el uso de electricidad para el riego por bombeo.
  8. Emisiones debidas a la quema de residuos agrícolas.
  9. Emisiones asociadas al tratamiento de los residuos plásticos de los envases de fitosanitarios utilizados.

Compromiso medioambiental de las personas productoras

Los GEI más significativos producidos por la actividad agraria son el dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O) y metano (CH4). Para poder ser comparables, todas las emisiones se traducen a emisiones de CO2 equivalente, aplicando el Potencial de Calentamiento Global de cada uno de los gases (1 molécula de N2O equivale a 298 de CO2 y 1 de CH2 a 25 de CO2).

El cálculo de estas emisiones se ha basado en la información aportada por los agricultores y agricultoras que han colaborado en el proyecto REGADIOX acerca de las labores agrícolas practicadas así como los inputs utilizados en sus parcelas. Con estos datos, la herramienta Eureners3 realiza el cálculo, transformando datos en emisiones GEI gracias a la base de datos que contiene, que incluye Factores de emisión, el potencial calentamiento global de los diferentes gases, labores, maquinaria, procesos, etc.

La Figura 1 muestra las emisiones calculadas en la campaña de estudio en nueve parcelas con distintos cultivos y sistemas de gestión.

Según se observa en la tabla, la principal fuente de emisiones de GEI la constituyen, prácticamente en todos los casos, las emisiones de los suelos gestionados como consecuencia de los aportes de nitrógeno y urea (emisiones de CO2), seguido de las emisiones asociadas a la fabricación y transporte de materias primas.

Se aprecian diferencias importantes entre parcelas de un mismo cultivo, como resultado del distinto manejo de cada agricultor y agricultora, y de las condiciones de regadío. Así, en el caso del Maíz grano, las emisiones de GEI de la parcela 7 superan en más de un 50% a las de la parcela 3. Esto puede asociarse tanto a la intensidad y/o tipo de fertilización, como a la necesidad o no de utilizar energía de bombeo para el riego. El resto de fuentes de emisión (laboreo, quema y tratamientos de residuos) son comparativamente de menor importancia en todos los casos, aunque también se observan diferencias entre parcelas, especialmente en lo relativo al uso o no de la quema como estrategia de gestión de los residuos de cultivo.

En relación al tipo de cultivo, resulta especialmente relevante el caso de la alfalfa, en la que unos requerimientos de abonado muy bajos hacen que sus emisiones totales sean muy inferiores al del resto de parcelas.

Por otro lado, la inclusión de dos cultivos en una misma campaña supone, en principio, un incremento de las emisiones. Sin embargo, si uno de esos cultivos es una leguminosa (como es el caso de las habas en la parcela 6), las emisiones totales son similares a las de un único cultivo de maíz grano (parcelas 5 y 7), mejorando por tanto el balance en base a la productividad.

Conclusiones

El análisis pormenorizado de las emisiones asociadas a los distintos manejos y operaciones que se realizan en un cultivo agrícola, nos permite diseñar una estrategia de mejora, ahorro energético y reducción de emisiones.

Esto unido a la capacidad de fijación de carbono orgánico de los cultivos, en función de las técnicas empleadas (cambios de uso de suelo secano-regadío, empleo de cubiertas vegetales, no laboreo, etc.) permitirá demostrar la capacidad de adaptación y mitigación del cambio climático de nuestra agricultura.

La colaboración entre distintas entidades territoriales y la aplicación práctica de herramientas y productos ya desarrollados proporcionan un valor añadido a los proyectos y optimizan procesos innovadores aplicados al sector favoreciendo su competitividad y su sostenibilidad.

×