Según el último aforo internacional coordinado por Juan Vilar y Jorge Pereira, la próxima campaña arrojará una producción internacional de aceite de oliva, de algo más de 2,7 millones de tonelada. La razón de lo escaso, las bajas precipitaciones generalizadas en toda el área mediterránea.

Según este estudio, de darse las precipitaciones previstas, la previsión de campaña 2017/18, realizada con datos procedentes de los 58 países productores y con un elevado nivel de significación de superficie y producción respectivamente, arroja un resultado de 2.707.560 toneladas de aceite de oliva. Dentro de estos datos las mayores producciones, por orden, corresponden a España (1,15 millones de toneladas), Grecia (260 mil toneladas), Túnez (250 mil toneladas), Italia (250 mil toneladas), y Turquía (190 mil toneladas).

Precios con tendencia al alza y cambios en la demanda

Por lo tanto, si la climatología lo permite la campaña actual sería muy similar a la anterior, en datos nominales, y si las preciadas precipitaciones lo permiten, 2%, por encima de la pasada como máximo, que fue de 2.654.337 toneladas. La producción media de aceite por hectárea cultivada sería de 240 kg, similar al resultado obtenido para la campaña pasada, y más del 16% inferior a la campaña 15/16.

Eso sí, se deja claro que de no darse las circunstancias climatológicas deseadas, los efectos perniciosos de dicha carencia de precipitaciones hacen imprevisible el cálculo del aforo internacional.

Los precios, tendrán una tendencia sólida y estable oscilando entre los 3,3 y los 3,8 euros, dependiendo de la producción final, y de la evolución de la demanda, dicha tendencia se mantendría hasta la próxima primavera.

Por su parte, la demanda interna Española, cuya caída generalizada por tendencias históricas es del 4,5%, sufre en lo que va de campaña una merma de más del 13%, del mismo modo esto sucede en países como Italia, Grecia, Túnez o Jordania.

En cuanto a las exportaciones españolas estas siguen una evolución positiva de crecimiento de algo más del 15%, no obstante podrían resentirse, y es muy posible que suceda, una vez comenzada la campaña internacional por la distinta composición de la producción que diversifica la oferta. Dichas caídas son provocadas por el cambio en el patrón del consumo, y por los altos precios que persisten en comparación con el de otras grasas animales y vegetales.

Tendencia previsible en el largo plazo

De producirse un año 2018 hidrológicamente adecuado, los más de 11,4 millones de hectáreas productivas de olivos que pueblan el planeta podrían arrojar una campaña 18/19, manifestando una simple productividad de entre el 80 y el 85 por ciento, de entre 3,6 y 3,7 millones de toneladas, lo que unido a la mencionada caída de demanda en los citados mercados maduros creará un completamente distinto entorno de precios en origen, para los cuales, el sector se ha de comenzar a preparar estratégicamente. La pasada campaña, como dato adicional, se plantaron en el planeta más de 160 mil hectáreas de olivar, en su mayor parte de elevada intensificación.

En su análisis de este aforo internacional, para Juan Vilar, la agricultura tradicional cuenta «con una campaña adicional de precios razonables, circunstancia esta privilegiada para el desarrollo de estrategias individuales, que le faciliten el futuro en entornos menos propicios»,  mientras que Jorge Pereira opina que «estamos en un cruce de caminos en que la olivicultura debe optar entre transformación o inmovilidad. Volver atrás ya no será posible».

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