La Universidad de Lleida (UdL) ha participado en una investigación que apunta que las hormigas pueden combatir las malas hierbas en los campos de cereales y apuesta por no labrar en verano.

Según ha informado la UdL, evitar remover la tierra protege la distribución de nidos de las hormigas ‘Messor barbarus’, una especie recolectora y granívora que ayuda a reducir las semillas de estas plantas de manera natural.

Joel Torra, Aritz Roy y Jordi Recasens, investigadores del grupo de Malherbología y Ecología Vegetal de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agraria (Etsea) de la UdL, han trabajado en este estudio junto con una exmiembro del grupo, Bárbara Baraibar, actualmente en Estados Unidos, y con el profesor de la UdL Carles Comas, del grupo de Criptografía y Grafos.

Los expertos han analizado durante tres veranos el número, medida y distribución de las colonias de hormigas en siete fincas de las comarcas leridanas del Segrià, la Noguera, el Urgell y el Pla d’Urgell.

Para la investigación se ha utilizado la tecnología GPS para marcar los nidos y se han analizado los datos utilizando herramientas estadísticas espaciales derivadas de la teoría de los procesos puntuales.

En los suelos en los que no se ha labrado, la distribución de los nidos es más uniforme, lo que fomenta la depredación de las malas hierbas

«Es genial poder ver la diferencia espacial entre las diferentes fincas. Hay mucha variabilidad entre los campos, de manera que poder ver un patrón es emocionante», explica Baraibar.

Asimismo, los resultados señalan que el arado no afecta al número de colonias de hormigas, pero sí a su medida y su distribución.

Así, en terrenos en los que se ha removido el suelo, los nidos son más pequeños y están repartidos de manera aleatoria, reduciendo así la recolección de semillas de malas hierbas por parte de los insectos que, habitualmente, buscan alimento en un radio de unos 30 metros alrededor de la colonia.

Por su parte, en los suelos en los que no se ha labrado, la distribución de los nidos es más uniforme, hecho que fomenta la depredación de estas semillas y un mejor control de las malas hierbas de manera natural.

Los expertos explican que los nidos más grandes pueden recoger, almacenar y finalmente consumir grandes cantidades de semillas de malas hierbas, reduciendo las potenciales infestaciones de los campos.

Las hormigas recolectoras también pueden ayudar a los agricultores en el manejo de especies de malas hierbas resistentes a los herbicidas.

Finalmente, los resultados muestran que disminuir la perturbación del suelo puede promover una distribución de nidos más regular y «puede ser una estrategia potencialmente poderosa para aumentar las poblaciones y las tasas de remoción de un agente de control biológico nativo y eficaz».

Mientras que labrar en otoño ayuda a los agricultores a preparar sus campos para la siembra, los investigadores no creen que hacerlo en verano sea tan beneficioso.

«Agronómicamente, no estoy segura de si este labrado tiene mucho sentido», afirma Baraibar.

«Probablemente estás perdiendo capacidad de retención de agua y estás enterrando todas las semillas de malas hierbas, de manera que ya no están disponibles para las hormigas», concluye.

Los investigadores de la UdL han trabajado junto con profesionales de la Penn State University (Estados Unidos) y la investigación se ha publicado este mes en la revista Biological Control.

(Foto: Bárbara Baraibar udl.es)

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