Una vez más, al campo español parece que le toca pagar los platos rotos de otros. La presentación de una moción de censura a Mariano Rajoy por parte del PSOE va a impactar de forma directa en la negociación de la PAC, hasta el punto de que podría darse el caso de que el 1 de junio, el mismo día que se empieza a negociar la Política Agrícola Común en Bruselas, la ministra Isabel García Tejerina tuviera que estar en el Congreso votando en contra de esa moción de censura.

Sin entrar a valorar si la decisión socialista es buena o mala, adecuada en el tiempo o no, o si se han calibrado todas las consecuencias, porque para esto cada cual puede tener su legítima y válida opinión, lo cierto es que esta moción de censura va a tener mucha repercusión en el campo español y en la PAC.

Primero porque si sale adelante y gobierna otra formación ajena al PP, los planteamientos que se podrán defender pueden ser otros. Desde hace semanas, y tal y como se vio recientemente en el Senado, donde todo el mundo hablaba de unidad pero nadie se ponía de acuerdo en nada, ningún partido está contento con la política de la ministra y todos abogan por evitar los recortes anunciados. Pero una cosa es dejar clara una postura sentado en el banquillo de la oposición y otra, muy distinta, lograr sacarla adelante sentado en la mesa de negociación de Bruselas.  Además, habría que pensar en un ministro de Agricultura que tuviera experiencia no solo en el sector, sino en Europa.

Si fracasa la moción o solo se logra un plazo para convocar nuevas elecciones, se ganarían unos meses para negociar en Europa, pero a nadie le llama a engaño que la postura de la ministra y de la propia España estará mucho más debilitada, ya que nadie sabrá si está negociando con un interlocutor válido o solo uno temporal.

Si el panorama previsto ya era complicado, todo hace indicar que ahora lo será mucho más. Y el verdadero problema es no se está negociando algo puntual, sino el futuro de las ayudas a agricultores y ganaderos de los próximos años.

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