Una cosa es que la creencia popular, basada en el retrato periodístico que se hace de él, sostenga que Donald Trump es tonto, a pesar de que muchas de sus actuaciones y comentarios puede hacerlo pensar, y otra la realidad. Que nadie se llame a engaño, Trump no es tonto y ni siquiera le importa la aceituna negra española. Él la ha utilizado dentro de su guerra comercial con el mundo, para tantear cómo se reaccionaba y como argumento o arma de futuro para un posterior ataque contra todos los productos amparados en la PAC.

Trump, dentro de su política del ‘America first’ (América lo primero), ha iniciado una guerra comercial con medio mundo. La tiene abierta con China, con Europa, con Canadá, con México, con… media humanidad. Y sabe que para ganar, o por lo menos sobrevivir en esta contienda, necesita armas de peso. Y la agricultura es una de las mejores armas posibles, porque sabe que si desestabilizas, económica pero sobre todo socialmente, el sector agrario de tu rival tienes mucho ganado.

La guerra o el pulso comercial ya está encima de la mesa y la aceituna negra es lo que es, un simple aperitivo

Y eso lo sabe él, pero también sus rivales. Por eso Europa se queja de los aranceles a la aceituna negra, pero no hace nada. Desde la CE saben que podrán sobrevivir, con más o menos pérdidas, a una guerra por el acero o el aluminio, pero no a un conflicto agrario ni, por el peso de Alemania, a una guerra automovilística, como también se ha amenazado.

Por eso Trump ha atacado a la aceituna negra. No es por el daño que pueda hacer a su sector estadounidense, sino porque ya ha abierto una puerta a subir los aranceles, y a acabar prácticamente con todas las exportaciones, de todos productos que reciben las ayudas de la PAC.

Si la UE le presiona más de la cuenta, sabe que, en base a los argumentos de la aceituna negra, puede cerrar las fronteras a otros muchos productos agrícolas (aceite, vino, carne,..) y desestabilizar media Europa. Por eso desde la UE no se ha reaccionado cerrando o amenzando con cerrar las fronteras europeas a los productos agrícolas de EEUU, sino a los pantalones vaqueros o a las motocicletas Harley Davidson. Porque saben que ir más allá es abrir un melón muy difícil de cerrar.

La guerra o el pulso comercial ya está encima de la mesa y, en ella, la aceituna negra es lo que es: Un simple aperitivo, aunque se la ruina para el sector español.

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