«Una Política Alimentaria Común para Europa es urgente para afrontar los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y los problemas de salud en la población, y para crear una agricultura con futuro para las generaciones venideras».

Este es el mensaje que ha lanzado este jueves 7 el Panel Internacional de Sostenibilidad Alimentaria (IPES-Food) a través de su informe Hacia una Política Alimentaria Común en la Unión Europea. Se trata de un trabajo de tres años de duración y que ha contado con una pléyade de 400 a científicos ambientales, economistas del desarrollo, nutricionistas, agrónomos y sociólogos, así como con profesionales expertos de la sociedad civil y de movimientos sociales.

Este informe ha sido presentado en el Parlamento Europeo y en el Comité Social y Económico Europeo, donde Oliver De Schutter, autor principal y codirector de IPES-Food, ha destacado que «una Política Alimentaria Común puede desencadenar una transición a gran escala hacia sistemas alimentarios sostenibles de una manera que la PAC, como Política Agrícola Común, no puede hacerlo». «La reforma más ambiciosa y urgente -añade- solo será viable sobre la base de recuperar y ordenar procesos de toma de decisiones que ahora están en manos de poderosos grupos de presión, traer nuevos actores a la mesa, configurar políticas de manera más democrática y permitir que surjan nuevas prioridades y nuevas coaliciones de grupos de interés plurales».

El informe traza una visión única y limitada en el tiempo para reformar los sistemas alimentarios europeos bajo una Política Alimentaria Común: un marco de políticas que establece una dirección para todo el sistema alimentario, realineando las diversas políticas sectoriales que afectan la producción, el procesamiento, la distribución de alimentos y el consumo, y reorientando todas las acciones en la transición a la sostenibilidad.

Según Inés Jordana, responsable del programa de Agricultura y Alimentación de SEO/BirdLife, «para un ciudadano europeo, la alimentación sostenible y saludable debería ser la opción más sencilla, no la más complicada. El trabajo que hemos realizado durante los últimos años junto a IPES-Food confirma la necesidad de abordar los problemas del sistema alimentario con un enfoque holístico que empiece por reconocer las limitaciones y contradicciones existentes en las políticas sectoriales actuales.» «La reforma de la PAC es, a corto plazo, la oportunidad para dar respuesta a las exigencias sociales en materia de alimentación y salud, y promover cuantas medidas sean necesarias para garantizar un modelo de producción, comercialización y consumo alimentario que atienda con urgencia las causas de la merma de salud, el deterioro del medio ambiente y el cambio climático», añade.

Por su parte, Schutter, en relación con algunas de las debilidades que presenta la actual Política Agraria Común, explica que » tenemos estrategias contra la obesidad, junto con políticas de comercio agrícola que hacen que la comida basura sea barata y abundante. Ofrecemos primas a los jóvenes agricultores, junto con un modelo de subsidio que eleva los precios del terreno de cultivo y socava el acceso a la tierra. Y tenemos estándares ambientales estrictos, mientras que los servicios de asesoría que los agricultores necesitarían para cumplirlos no se están financiando.» «En contraposición, una Política Alimentaria Común puede poner fin a estas contradicciones costosas al abordar la raíz del problema: la forma en que hacemos políticas y establecemos prioridades en los sistemas alimentarios», explica.

El informe presenta 80 propuestas de reforma concretas, cuidadosamente secuenciadas a corto, mediano y largo plazo, ya que no se puede esperar que los agricultores cambien a un nuevo modelo de producción. Para ello, urge tomar medidas paralelas para garantizar el acceso a la tierra, para reconstruir las instalaciones de procesamiento regional, para facilitar el acceso a los mercados y para provocar cambios en los hábitos de consumo. Las propuestas incluyen lo siguiente:

• Crear una Vicepresidencia de la Comisión Europea para Sistemas Alimentarios Sostenibles y un Intergrupo de Alimentos en el Parlamento Europeo para supervisar y armonizar las políticas sectoriales (PAC, comercio, medio ambiente, etc.).

• Exigir a los Estados miembros que desarrollen Planes de dieta saludable (que cubran la contratación pública, planificación urbana, políticas fiscales y sociales, mercadotecnia y educación sobre nutrición) como condición para desbloquear los pagos de la PAC, e introducir restricciones exhaustivas para la comercialización de comida basura.
• Presentar una «prima de agroecología» en toda la UE como una nueva justificación para distribuir los pagos de la PAC, reconstruir los servicios de asesoramiento agrícola independientes y crear un Observatorio de la Tierra de la UE para promover un cambio importante hacia la agricultura sostenible y el uso de la tierra.
• Hacer que los importadores de alimentos sean responsables de garantizar que sus cadenas de suministro estén libres de deforestación, apropiación de tierras y violaciones de derechos («debida diligencia»), eliminar las protecciones de los inversores («ISDS») en los acuerdos comerciales y proporcionar mecanismos de reclamaciones accesibles para los agricultores y la sociedad civil.
• Aumentar el apoyo para iniciativas que vinculen a agricultores y consumidores («cadenas de suministro cortas»), procesos de reubicación y actividades de valor agregado, consejos locales de políticas alimentarias y políticas alimentarias urbanas.
• Crear un Consejo de Política Alimentaria de la UE para llevar las preocupaciones de los actores locales del sistema alimentario y garantizar que las políticas comunitarias se diseñen sistemáticamente para apoyar el surgimiento de iniciativas alimentarias locales.
(Foto: ©A.Carretero-SEO/BirdLife )
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