La Alianza UPA-COAG ha rechazado rotundamente la denominación de sector agroalimentario para sustituir la de sector agrario, como parece ser tendencia en determinados estamentos de la Consejería de Agricultura y Ganadería de Castilla y León. Para la organización «la utilización del lenguaje pocas veces es neutra, y tras una u otra denominación se resaltan o se ocultan, muy a menudo interesadamente, determinadas realidades», que en su opinión pueden llevar «al ostracismo al sector agrario».

La organización reivindica «clara e inequívocamente el sector agrario como sector con entidad, necesidades, dificultades y fortalezas propias, que es clave en la configuración de la economía y el empleo, y también para la población y la gestión del territorio de nuestra comunidad autónoma». Tanto es así que el propio Presidente de la Junta hizo bandera de la declaración del sector agrario como sector estratégico, y posteriormente las Cortes de Castilla y León lo elevaron a rango de Ley, aprobando prácticamente por unanimidad el reconocimiento de su carácter de sector estratégico (art. 1 de la Ley 14/2014, Agraria de Castilla y León).

critica que se quiera unificar el concepto aGROalimentario porque hay intereses distintos y porque puede cerrar ayudas e inversiones

Para la Alianza UPA-COAG, por más que ambos estén interrelacionados y se necesiten recíprocamente, la inclusión de los términos agrario y alimentario bajo la denominación de agroalimentario no debe» ocultar que las realidades de cada sector son completamente diferentes. Hablar de sector agrario es poner en valor la producción  primaria y a quienes lo hacen posible: los agricultores y los ganaderos. Hablar de sector agroalimentario es dar preponderancia al producto final, en el que la materia prima y los productores agrarios pasan a un segundo plano».

SECTOR AGRARIO 2Por eso, desde la organización se defiende que tras esta unificación de la denominación se pretende «trasladar el mensaje de que todo lo que le vaya bien al conjunto del sector va a ser positivo para cada uno de los subsectores que participan en él; en la realidad esto no es así, ya que es sobradamente conocido el desequilibrio existente en las relaciones entre productores e industrias transformadoras, en clara desventaja para los primeros».

Otra consecuencia de la unificación de términos es que el conjunto de medidas, inversiones y ayudas que se destinan al sector agroalimentario alcanza volúmenes muy importantes, «lo que va muy bien para el marketing político, pero no se visualiza que los mayores beneficiarios de las mismas no son los agricultores y los ganaderos, sino precisamente las industrias. Los grandes planes de fomento de la industria alimentaria y para su promoción nacional e internacional, dotados con cientos de millones de euros, no están sirviendo, por ejemplo, para que los productores agrarios obtengan precios mínimamente remunerativos por sus producciones», incide la Alianza.

Por tanto, considera que «no es que sea recomendable, es que es imprescindible seguir hablando de sector agrario, salvo que se quiera saltar por encima de la realidad y consolidar ya mismo desde el lenguaje una agricultura sin agricultores en la que sólo importe la mercancía, no de dónde venga, ni cómo ni quien la produzca».

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